Vivir es sensorial. Una recolección de momentos que provocan reacciones en nuestro ser. Experiencias. Percepciones. Estímulos. Apelamos a los sentidos para poder interactuar con un mundo lleno de colores, texturas, ruidos, olores y sabores. Y así, sentir.
Y la vida nos sabe. Porque más allá de las diferentes cocinas, podemos experimentar los sabores en los instantes, los sinsabores de la ausencia, el deleite de la satisfacción, y los disgustos de la adversidad. Disfrutamos entonces, los sabores de la experiencia.
Hay momentos en los que la vida nos deja un sabor agrio, rancio, y acedo en la boca. Donde el paladar refleja las frustraciones y disgustos con el mundo exterior impregnándose de desilusión. Amargura. También, existen esos momentos dulces, sabor canela, suaves y completamente placenteros. El sabor dulce de la felicidad, de la plenitud.
Pero hay sabores particulares. Sabores que resultan de la circunstancia. De experimentar dos situaciones a la vez. Sabores opuestos que pareciera impensable combinar. Agrio. Dulce. Agridulce.
Y así me sabe la vida en estos momentos.
Dulce. Con la miel que proviene de vivir un sueño, con los granos de azúcar que se han ido añadiendo uno a uno con cada logro y cada sentimiento de satisfacción, con la textura suave que sólo resulta de la paciente mezcla de ingredientes que tomó tiempo preparar pero dio resultados.
Agria. Con el rico sabor cítrico, lleno de la frescura inyectada a mi vida gracias a una chica inolvidable. Pero también con una pizca de amargura proveniente de los errores en la preparación, acidez que emana de la nostalgia de haberla perdido, de terminar una etapa, y también de terminar el sueño que costó un amor.
Así, sabores extremos en unidad. Encontrados.
Me he dado cuenta que los opuestos son entes distintos pero no distantes. Diferentes, pero en ningún momento contradictorios. Siendo complementos se vuelven compatibles. Creando balance, equilibrio. Partes distintas de un mismo ser.
Y mientras recupero el propio balance perdido… la vida y su gran ironía, me sirven salsa agridulce en el comedor (con todo y comida china) para recordar lo mucho que se puede disfrutar de los extremos en armonía.
Photo by ~H34D5H077
6 anonymous notes:
- At April 14, 2007 10:25 PM *~PinkTangerine~* said...
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Siempre es bueno aprender cosas nuevas e importantes como lo de los opuestos. Nunca se sabe cuando pueda usarse. Muchas veces me estreso por que no sé que hacer conmigo y como tomar las decisiones acerca de qué hacer y que no, algunas veces sólo me queda pensar que se tiene uqe probar un poco de todo para saber uqe es uqe lo realmente te gusta. Ans it sucks when it tastes like lemon seeds!! giugh... New post!!! jejeje
Care Bears! - At April 15, 2007 5:05 AM humantree said...
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Balance it is.
Gracias por regresar. - At April 17, 2007 11:04 PM Manzana Marina said...
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Camambert con salsa de arándanos. A eso sabe tu post.
Y bueno, una ruptura puede parecer amarga, pero es importante guardarla como parte de un todo que al final estará completo. Como el azafrán mínimo en las galletas bretonas de almendras.
Un abrazo. - At April 19, 2007 12:02 AM Anonymous said...
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FINALLY YOU´RE BACK!!!
Meses de espera por este post!! hehe
En fin, que cosas con tus situaciones agridulces, pero pues como dicen ... ni tan tan, ni muy muy, haha whatever that means.
I love ya honey
besitos - At April 23, 2007 11:51 PM Joseph said...
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Convencido completamente de que hay momentos así. Podrías jurar que literalmente el sentimiento "lo sientes en la boca"...pero hay veces en que no quisieras.
Espero estés bien, yo ya he "probado" eso de estar lejos y ese sabor agridulce del que hablas, deseo de todo corazón que el proceso que tengas que recorrer sea solamente el necesario y nada más. Cuídate y estamos al pendiente. No tanto como quisiera pero en fin, pensamiento constante al fin. - At July 24, 2007 1:58 AM Anonymous said...
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i still don´t have the reason, and you don´t have the time.... sad...